… y de la FE
SOY OPTIMISTA
Tal vez muchos no estén de acuerdo con lo que voy a plantear, pero precisamente de la diversidad de opiniones surge siempre la verdad y la sensatez, y en esa lucha es en la que andamos quienes creemos en la democracia y en las inmensas posibilidades de este pedazo del planeta que llamamos Venezuela.
Es que muchos, pesimistas o realistas, que eso lo dirá el tiempo, piensan que la recuperación del país, una vez se haya restituido la libertad, la democracia, la soberanía y la dignidad, será muy larga. Algunos la miden en cinco lustros y más. Veinticinco años, que son como mucho para un país que ha retrocedido como 70 años en apenas 18.
Pero este comentarista es más bien optimista, pues es ya bastante viejo como para haber vivido la dictadura de Pérez Jiménez con la madurez suficiente, a pesar de rondar entonces los 20 años de edad.
Hoy 60 años después, recordamos que a la caída de “Tarugo” como le llamaban al dictador, el venezolano que estaba lleno de odio contra todo lo que oliera a Pérez Jiménez, fue capaz de volver a la paz y desarrollar un sentimiento de hermandad….
Duele pensar que hay venezolanos que olvidan (o no saben) que entre 1958 y 1998, durante los 40 años de la vilipendiada democracia, se abrieron en Venezuela más de cien universidades e institutos tecnológicos, del Plan Mariscal de Ayacucho para financiar estudios de nuestros jóvenes en el exterior, que se construyeron represas, industrias, autopistas y carreteras, hospitales y escuelas, en el ejercicio de una democracia que ni Fidel con todas su horda de milicianos pudo destruir.
Yo sí creo en el gran futuro de Venezuela. Lo veo en los jóvenes universitarios a quienes en mis días de clases trato de transmitirles mi fe en el futuro.
Peter K Albers-ABC de la Semana
*Fragmento de artículo titulado Hay Futuro