CRÓNICA DEL HAMBRE Soldados cenaron un trozo de auyama “con 3 rayas de queso” en Fuerte Tiuna - Venezuela..Libre

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CRÓNICA DEL HAMBRE Soldados cenaron un trozo de auyama “con 3 rayas de queso” en Fuerte Tiuna


CRÓNICA DEL HAMBRE Soldados cenaron un trozo de auyama “con 3 rayas de queso” en Fuerte Tiuna






















Venía de perder el viaje al Hospital Militar en Caracas, porque el médico que iba a atenderlo lo embarcó, junto a otros pacientes que tenían consulta.

“El doctor no viene, venga mañana”, le dijo, sin más explicación, la mujer que tenía una lista de todos los quedaron con sus enfermedades en espera de una solución.

El joven moreno, que tendrá poco más de 20 años, es muy delgado y tiene una estatura de casi dos metros. Va hacia los Valles del Tuy en el estado Miranda, y en el andén de la estación Maternidad me pregunta cómo llega a La Rinconada.

Yo le contesto y explico cómo dirigirse a su destino, a pesar que uno anda en la calle al borde de la paranoia casi permanente por habitar una de las ciudades más violentas del mundo.


El sello que distinguía al venezolano, como era su cordialidad, ha dado paso a una desconfianza mutua, a esquivar cualquier comunicación con personas desconocidas.

 Es que tengo más de seis meses que no salgo y ando medio perdido”, dice el muchacho con unos zapatos deportivos blancos muy derruidos.

-¿Y dónde andabas metido tú? -, le pregunto, admito, con cierta sospecha, y él me responde que es soldado y está destacado en Fuerte Tiuna.

En eso llega el tren, que parecía salido del infierno: Full de gente y con un calor de tal magnitud que dificultaba la respiración, porque, como ya es “normal” en esta era socialista, el vagón no tenía aire acondicionado.

“Huele a pan”, dijo el soldado y cuando volteo veo a un señor con una bolsa que tenía tres canillas. El olor de alguna manera perturbó al chamo: Tiene hambre, son casi las cuatro de la tarde y todavía no había almorzado.

Ese pan evocó lo que sufre día a día por la escasez de alimentos. Esa carga que tiene encima quería soltarla, aunque sea por un rato, contándosela a un extraño, para ver si la sentía menos pesada.

“Usted no me está preguntando -me dice-, pero hace tres días cenamos un pedacito así -hace un círculo con sus manos, más pequeño que una pelota de goma-, de auyama con tres rayitos de queso”, revela con tono de decepción y evidente resignación.

“Voy a aprovechar que me dieron este permiso médico para ver si como algo en mi casa”, dice el muchacho, aunque no es muy optimista. “Ojala pueda, voy a ver, porque no sé si están peor que yo”.

Ante todo lo que revela, no puedo ocultar mi sorpresa. Los demás pasajeros, en medio del sofocante calor, escuchan atentos al muchacho que puede ser un hijo o un hermano de cualquiera de ellos.

“La gente cree que nosotros los militares estamos bien, pero nada que ver. Yo lo que cobro son 14 mil bolívares mensuales… ¿qué hace uno con eso?”, me pregunta y yo, como los demás que observaban al joven, con la impotencia de no tener respuesta alguna para un verdadero patriota.

-Y no cobras bono de alimentación porque ‘te dan’ el pedazo de auyama con los tres rayitos de queso-, le acoto, a lo que él responde afirmativamente.

-¿No les dan bolsas de los CLAP? -le pregunto y la cara que puso fue como si lo estuviera ofendiendo.

-Nunca he visto nada de eso en Fuerte Tiuna.

-¿Y qué dicen tus compañeros de Maduro?

-(Me responde casi entre dientes) Allá pocos hablan de ese señor en público para no meterse en problemas…

-Pero me imagino que no lo quiere nadie-, le insisto.

-Ese señor no tiene ni idea de lo que estamos sufriendo… él come todos los días y come completo… ¿que carrizo le van a importar los demás? ¿usted no ve que cada día está más gordo? La semana pasada lo vi, es un poco más alto que yo y es súper gordo. Ese no sabe nada de lo que estamos pasando…

El tren llega a la estación Zona Rental, desembarcamos y caminamos el pasillo de transferencia, cuando bajamos por la rampa eléctrica, afirma con angustia, antes de que cada quien siguiera su ruta -él para la Línea 3 y yo para la Línea 1-: “Voy a ver cómo llego a mi casa, pero de que llego, llego”.

-¿Y tienes dinero? -me atreví a preguntarle.

-Lo que tengo son 50 bolívares en el bolsillo…