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¿Y ahora qué? LEER BIEN LA REALIDAD


El gobierno da muestras de estar sorteando la tempestad política, mientras la oposición da señales de ir perdiendo la confrontación por la salida de Maduro.


¿Y ahora qué?  LEER BIEN LA REALIDAD

























En enero de este año el madurismo formuló internamente la apuesta de llegar hasta el mes julio sin que la oposición se anotara un contundente triunfo político y así vencer a la MUD. Los cálculos del gobierno eran que su control del TSJ y del CNE bastaría para torpedear cualquier iniciativa de la oposición para sacarlo constitucionalmente del poder. Confió en que los precios del petróleo mejoraran, que la oposición se concentrara en el terreno institucional, no calentando la calle, y que las grandes mayorías se preocuparan principalmente de surfear el desabastecimiento y la escalada de precios.

Durante este período el gobierno se haría la vista gorda de la sinceración de precios que productores y comerciantes efectuarían, avanzaría hacia la unificación cambiaria y con los ahorros ocultos por la reducción drástica de las importaciones durante el primer semestre de 2016 podría a partir de junio-julio flexibilizar las importaciones y comenzar a abrir la frontera. De esta manera se aplicaría subrepticiamente algunas medidas de ajuste macroeconómico sin despertar tanta polvareda y mejoraría el abastecimiento interno.

Durante este ínterin el gobierno mantuvo negociaciones tras tienda sobre una eventual transición, pero todo revela que fue parte de su estratagema de ganar tiempo, cosa en la cual ha mostrado una excepcional maestría y la oposición una elevada torpeza. La segunda maniobra fue vocear su disposición al diálogo y ganar la atención nacional y, especialmente, la internacional sobre esta iniciativa con lo cual lavaba un poco la cara externamente.

La narrativa gubernamental insiste en que no es posible la realización del revocatorio, que la oposición ha sido irresponsable al engañar a sus seguidores y, durante esta semana, comenzaron a vocear que la oposición no está interesada en realizarlo. En resumen acusan de falsos, de mentirosos a la dirigencia opositora. Mientras los líderes más noticiados de la MUD insisten en que es posible realizarlo.

En el lado opositor no hubo acuerdo inicial sobre cuál vía usar para hacer salir a Maduro del poder. De las tres posibilidades iniciales ofrecidas: renuncia, revocatorio o reforma constitucional, la oposición terminó enfocada en el revocatorio. Su táctica fue el forcejeo institucional, donde el gobierno es fuerte pues controla los resortes de decisión y dejó vacía la calle, donde el gobierno es débil. Es verdad que la dirigencia opositora no quiso arriesgarse a que con la gente en la calle debido a lo caldeado del clima podía el gobierno estimular disturbios para decretar un estado de excepción general y, por esa vía, anular los esfuerzos de la oposición, cosa que al final es exactamente lo que parece estar sucediendo.

El clima emocional se hace cada vez más volátil, se afianza entre muchos la impresión de que por vías legales es cuesta arriba salir del madurismo. La dirigencia opositora se queda sin discurso, pierde hacer el revocatorio y la calle y una porción cercana al 40 por ciento se desmarca de los dos bloques en pugna.





















El grueso de la población electoral estima que tal evento no se realizará, con lo que el gobierno se anota un triunfo en el clima de opinión. Pero si bien el gobierno luce ganando, por ahora, la batalla política por su desalojo de Miraflores, la realidad es que el clima de opinión le es completamente adverso. Algunas cifras lo ponen de relieve; el 92 por ciento de la población evalúa negativamente al gobierno, el 85 por ciento opina que debe irse, el 66 por ciento está dispuesto a votar en el revocatorio en su contra, mientras que apenas el 20 por ciento de los chavistas lo apoyarían. Esto es el reflejo de una realidad que estadísticamente se expresa en que un 61 por ciento de la población come entre una o dos veces al día, por lo que no resulta sorpresivo que el 82 por ciento de la población crea que el país está peor que antes de Chávez.

Para la oposición las cosas no están para estar felices. Carece de un liderazgo claro, las preferencias se siguen repartiendo entre López, Capriles, Ramos y Falcón. Capriles es quien más terreno ha venido perdiendo, mientras que los otros tres vienen ganándolo. No obstante, el poder de convocatoria de la oposición es muy reducido a juzgar por la cuantía de asistentes a las movilizaciones convocadas.



Hasta hace poco existía una clarísima inclinación de los ciudadanos por las vías electorales como mecanismos de salida a la crisis y si bien aún la disposición a votar contra el gobierno es muy alta, las encuestas revelan que ya un 60 por ciento se manifiesta con disposición a protestar. El gobierno quizá logre mejorar el abastecimiento, pero no controlará este año la inflación, es decir el malestar. La situación está variando las orientaciones sociales.