“Es una mafia”. Estas fueron las palabras con las que un habitante de Los Jardines de El Valle, en Caracas, se expresó sobre los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y las irregularidades que rodean el sistema de repartición de alimentos que el gobierno nacional enarbola como una bandera y un logro de la revolución.
Los alimentos distribuidos por medio de los CLAP representan el más reciente intento del gobierno nacional por combatir el hambre y la escasez de alimentos que atraviesa el país desde finales de 2012.
El sobreprecio en las bolsas de alimentos, la designación arbitraria de quienes se encargar de venderlas, la sustracción de alimentos del envoltorio y la venta a precios exorbitantes han sido parte de las denuncias realizadas por la sociedad civil y la Asamblea Nacional desde que en 2016 inició la modalidad.
“Nunca he recibido la bolsa de comida. Sin embargo, hay personas que no son del sector y se benefician de ellas, principalmente conocidos de los representantes del consejo comunal. Esto es una mafia”, denunció el caraqueño de El Valle, quien pidió proteger su identidad por miedo a represalias.
Señalamientos como estos abundan desde hace tiempo. El diputado Carlos Paparoni, miembro de la comisión especial que investiga el programa gubernamental, ha reiterado en varias oportunidades la corrupción en los CLAP y las demás irregularidades. Además, insiste en que la medida no ha solucionado el desabastecimiento de alimentos en el país.
“El esquema fue diseñado intencionalmente para entregar alimentos de una manera ineficiente y costosa, con el fin de maximizar las oportunidades de corrupción”, expresó Paparoni recientemente en rueda de prensa.
¿Precio justo?
En el CLAP del consejo comunal del sector Dávila, en El Valle, hay una fuga de comida. Semanalmente sustraen bolsas de alimentos para revenderlas hasta en 70.000 bolívares cuando el precio justo debería oscilar entre 8.000 y 14.000 Bs, mientras que por 10.000 Bs se comercializan las cajas. La información fue suministrada por un trabajador del programa, que prefirió mantenerse en el anonimato, en una entrevista a El Nacional Web.
La mayoría de los alimentos que incluye el combo distribuido por los CLAP son importados. La Asamblea Nacional denunció que Samark López, dueño de la empresa Postar Intertrade Limited, establece un sobreprecio de $7 por cada caja de comida.
“En México la caja cuesta $ 11 cada una. Postar Intertrade Limited dice que cuestan $ 18, un sobreprecio de $ 7. Así se han hecho millonarios”, destacó Paparoni.
A pesar de las políticas gubernamentales, el desabastecimiento y el alza en los precios de los alimentos se mantienen. El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) registró un aumento de 14,2% en la canasta básica alimentaria de mayo, en comparación con abril: quedó en 990.918,92 bolívares.
El Cendas también señaló que 17 de los 58 alimentos que contiene la canasta presentaron problemas de escasez. Además, la diferencia entre los precios de los productos regulados por el gobierno y los del mercado fue de 7.824,1%.
CLAP insuficiente
Isabel Rojas, vocera de una residencia en la avenida Urdaneta, recibe la caja del CLAP cada mes aproximadamente. No obstante, aseguró que es insuficiente para los cinco miembros de su familia. Los artículos no le alcanzan para una semana, por lo que debe recurrir a vendedores informales para adquirir alimentos con un precio mayor.
“Nosotros ya no comemos ensalada. ¿Cuándo voy a comprar un kilo de zanahoria a 8.000 o 9.000 Bs? La merienda de mis hijos es escasa: les doy agua y una galleta, cuando antes les colocábamos frutas o jugos para el colegio”.
“Hemos comprado arroz a comerciantes en 9.800 bolívares (…) A veces variamos los granos con arroz y es solo eso, nada de ‘salado’ porque no tenemos las condiciones”, agregó Rojas.
La falta de regularidad en la llegada de los alimentos no solo afecta a la familia Rojas. Según una encuesta de Hinterlaces, realizada entre el 14 al 21 de junio en Caracas, solo 69% de la población se ha beneficiado del programa. 36% de los encuestados dijo haber recibido la bolsa o caja hace más de dos meses, 25% hace un mes, 24% menos de un mes y 15% hace dos meses.
57% de los encuestados por Hinterlaces se mostró de acuerdo con la implementación de los CLAP frente a 42% en desacuerdo. Además, 75% de los entrevistados considera que la situación de abastecimiento empeora en vez de mejorar.
“Medimos la comida que vamos a repartirnos”
A pesar de los resultados de la encuestadora Hinterlaces, en las regiones del país la situación se agudiza. En el municipio Linares Alcántara de Maracay, estado Aragua, María Medina aseguró que no hay alimentos de producción nacional en los establecimientos comerciales y los artículos que se consiguen son importados.
Acotó que desde hace dos meses no reciben la bolsa de comida y cuando lo hicieron la cantidad de productos no fue acorde con el precio al que era vendido el “combo”.
“Para rendir la comida cocinamos la mitad de los granos y el arroz todo junto, en especial los frijoles porque son un poco más económicos”, expresó Marrtuccis Sánchez, habitante de la parroquia Candelaria de Valencia, estado Carabobo.
“Comemos tres veces al día, pero medimos la comida que vamos a repartirnos. Aquí en mi casa todos bajamos de peso. He derramado lágrimas viendo a mis nietas tan flacas. Hemos llegado a comer arepa pura, sin ningún tipo de relleno”, expresó con indignación Sánchez.
La nutricionista y experta en seguridad alimentaria Susana Rafalli alertó que el país atraviesa una crisis humanitaria con tendencia a empeorar y convertirse en una emergencia humanitaria.
La más reciente medición de la especialista y Cáritas, el brazo de acción social de la Iglesia, arrojó que en abril 11,4% de los niños venezolanos estaban desnutridos.
“Ese es el promedio, pero tenemos algunos estados y parroquias donde la desnutrición está en 13% o 12,8%. Con Cáritas no hacemos solo mediciones periódicas en las parroquias más pobres del país, sino labor humanitaria en zonas vulnerables. Solo este año han muerto 37 niños por desnutrición, una cifra altísima”, lamentó Rafalli en una entrevista al diario colombiano El Tiempo.
Destacó que los CLAP no están sujetos a normas claras ni a una cobertura de toda la población. Señaló que hay familias que dependen completamente de las bolsas para alimentarse, pues no consiguen alimentos en los comercios.
Afirmó que entre 70% y 80% de la población se habituó al consumo de alimentos con un bajo nivel nutricional, a comer algo que no le gusta o a reducir las porciones de comida.
“Para el venezolano, el acto de comer ha dejado de ser un acto social de compartir. Ahora es una angustia, una extorsión social. El pueblo venezolano pasó de tenerlo todo a un estado de privación para lo más sagrado, que es alimentarse”.
Winnifer MIjares-El Nacional Web