El presidente Nicolás Maduro tiene unos índices de rechazo por encima de 76% –según el más reciente sondeo de Venebarómetro
La Mesa de la Unidad Democrática pareció muy
sorprendida por las condiciones dictadas por el CNE para impedir el referéndum
revocatorio, como si no hubiese previsto un escenario predecible que todo el
mundo conocía. Con anterioridad, dirigentes del llamado G4, entre ellos Ramos
Allup, había señalado que “en el CNE no existe movimiento para hacer
revocatorio este año”, entonces, por qué la MUD lució tan desconcertada, ¿acaso
esperaban algo distinto que facilitara un proceso que han llenado deliberadamente
de grandes obstáculos para evitar que el régimen sea revocado este año?
Las condiciones inconstitucionales impuestas por el CNE son claramente
desfavorables para la oposición, pero no son imposibles de superar; pueden
revertirse al asumir el reto de la calle en forma pacífica. A la oposición no
le queda otra salida que calle y más calle, esa es su gran fortaleza, mucho más
hoy, cuando el oficialismo está cuesta abajo en su rodada al perder
estrepitosamente la mayoría y hacer que los venezolanos cada día lo aborrezcan
más.
Nunca hubo un descontento social tan profundo como el de ahora; para
muestra están los hechos de Villa Rosa, donde la indignación hizo que los
habitantes de ese sector salieran a protestar, incluso a insultar a Maduro en
su cara. El desafío de la MUD es capitalizar ese motor, no dejar que se apague,
movilizar todas esas voluntades con el propósito de ejercer la presión
ciudadana y obtener una salida constitucional. Sería un suicidio en primavera
malversar el gigantesco esfuerzo movilizador del 1-S. Por eso debe abrir sus
puertas a la sociedad civil, incluir a otros actores, a todas las oposiciones,
desde los moderados hasta los más radicales, para alcanzar una unidad real y
poder imponer el referéndum revocatorio.
La unidad de todos los factores opositores es una aspiración sentida en la
ciudadanía, el estratega y consultor político J. J. Rendón alertó sobre la
necesidad de ampliar la base de participación y consulta de la MUD. Fue una
crítica acertada; sin embargo, molestó terriblemente que hablara de “la muerte
de la MUD”, que no es otra cosa que “su ampliación, diversificación,
pluralización. Dejar de ser lo que es para ser algo mejor, más incluyente, más
fuerte”, según lo escrito en su cuenta de Twitter.
El lunes, durante el acto de la MUD donde se anunció la hoja de ruta, el
gobernador Capriles Radonski se mostró incluyente al señalar que “en la Unidad
caben todas las personas y todos los pensamientos” y expresó de forma
contundente: “Si no hay unidad entre nosotros, no habrá victoria”. Esa es una
demostración de responsabilidad en el liderazgo, de poner al país por delante
de ambiciones e intereses en un momento trascendente, cuando el gobierno se
encuentra acorralado y asume una actitud saboteadora contra el RR, con la
intención de provocar una revuelta civil –escenario posible, dada la gravedad
de la conflictividad social– como un recurso que obligue a la FANB a actuar y
prolongar su agonía, pero se equivoca al pensar que puede sostenerse sobre las
botas militares. Ese no es un bastión blindado. Allí sienten la misma
indignación que en el resto de la población.
El presidente Nicolás Maduro tiene unos índices de rechazo por encima de
76% –según el más reciente sondeo de Venebarómetro–; más de 70% de la población
quiere revocarlo este año, y eso incluye a los militares, que solo esperan que
la oposición queme el último cartucho de la recolección del 20% de las firmas.
Si cierran definitivamente el revocatorio, hay hombres dispuestos a tomar
acciones con otros sectores para producir una salida este mismo año. El camino
está abierto.

