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"El cáncer no espera": una maestra no llegó a tiempo por una caja con 30 pastillas por bloqueo en alcabalas


"El cáncer no espera": una maestra no llegó a tiempo por una caja con 30 pastillas por bloqueo en alcabalas



En un hospital de la capital vio "personas que pegaban gritos de dolor" por falta de insumos. "Había gente peleándose por un tratamiento: ¡póngamela a mí!"


Para evitar que el cáncer haga metástasis, Anargelis viaja una vez por mes a Caracas desde la vecina ciudad de Los Teques (estado Miranda) buscando un fármaco que le dan, cuando lo hay, en el hospital oncológico Luis Razetti.

Sus citas por tamoxifeno, medicamento de alto costo que debe tomar durante 10 años, son impostergables.


Pero el 13 de abril, al cumplirse un mes del anuncio de los primeros casos de COVID-19 en Venezuela, donde se han confirmado casi 300 contagios y 10 fallecidos, no llegó a tiempo por una caja con 30 pastillas.

Alcabalas policiales y militares rodean Los Teques y faltan autobuses por la escasez de gasolina. Un militar la bloqueó a la entrada de una estación de tren. "¿Hacia dónde se dirige? ¿Y su salvoconducto?", le preguntó el uniformado. "A Caracas a buscar una medicina", le respondió Anargelis mostrando una carpeta con informes médicos y radiografías.

Tras una larga espera subió a un atestado vagón. Tardó casi cuatro horas en llegar al hospital. Antes le tomaba unos 45 minutos, pues la familia tenía auto, pero debió venderlo para costear tratamientos médicos.


Su esposo, Orlando, llega a viajar unas 20 horas por tierra hasta Cúcuta, Colombia, por medicinas, que "cuesta un mundo" encontrar, para ella, sus padres y su tío. Empleado de una gasolinera, no ha vuelto a hacerlo por la cuarentena.

El cáncer marca el árbol genealógico de Anargelis, hija única. Seis de sus once tíos murieron por la enfermedad.


Pacientes peleándose por una ampolla gritan de dolor: ¡póngamela a mí!

Afortunadamente, una amiga que llegó al hospital de madrugada le reservó uno de los 50 cupos disponibles ese día para recibir su medicina. "Gracias a eso pude tener mi pastilla", dice.

Allí vio "personas que pegaban gritos de dolor" por falta de tratamiento. "Salí muy triste porque había mucha gente peleándose (por una ampolla): ¡póngamela a mí!".

En un grupo de WhatsApp, donde Anargelis interactúa con sobrevivientes de cáncer y pacientes recién diagnosticados, hay personas con cuadros delicados, aisladas por la pandemia.


"Los pacientes oncológicos también tenemos derecho a vivir", clama. "Queremos vivir". AFP



abril 23, 2020,
por Luis David Vasquez
Foto relacionada: AFP